miércoles, 19 de septiembre de 2012

El Valor Añadido

El Valor Añadido

Desde los primeros libros de economía, se transmite, como axioma indiscutible, que la escasez de recursos es la única razón de la existencia de esta ciencia social, y que sin este concepto no tendría sentido. Sin embargo, la experiencia y el tiempo, me están enseñando que, en realidad, la economía versa sobre la escasez y la abundancia, aconsejando sobre qué hacer en períodos ligados a cada uno de estos conceptos.

El molino jamás podrá moverse si el aireno fluye por sus palas. Un vulgar trozo de madera no tiene gran valor de por sí, pero labrado por las hábiles manos de un artesano, barnizado y tal vez pintado puede tener un valor incalculable o más exactamente inabordable.

La ineludible dificultad de valorar los bienes o servicios es inalienable de la crisis actual. En todo estimación del precio de algo, hay un factor subjetivo que convierte en imposible alcanzar un acuerdo duradero en este sentido. Soy de los que piensan que determinados bienes y servicios no deben estar sujetos a la dinámica ley de la oferta y la demanda. De hecho, estoy seguro de que la inclusión de la primera vivienda adquirida por una persona o unidad familiar en este grupo, es una de las principales causas de que la crisis sea tan aguda en España.

Pero no debemos ser ingenuos. Si las entidades bancarias que concedían préstamos hipotecarios basados en valoraciones absurdas de los bienes inmuebles, hubieran negado esta posibilidad a quienes lo solicitaron, nuestro país estaría verdaderamente jugando la champion de la liga económica mundial. Obviamente, todas ellas argumentarán que si no lo hubiesen hecho, lo habrían realizado cualquiera de las otras. Y es aquí donde debemos entonar un mea culpa. Todos fuimos conscientes de la aceleración del precio de la vivienda, y no presionamos al gobierno de la nación para que lo detuviera. Nos refugiamos en el crecimiento con la fútil esperanza de que fuese ilimitado, haciendo caso omiso a la evidencia: estábamos engordando para morir. El pueblo, verdadero soberano del estado, olvidó que delega su vasto poder en el gobierno vigente en cada momento, y  debe tener el ojo avizor ante los inevitables cambios que se suceden en la sociedad.

Nos ofuscamos en dar a nuestros hijos los bienes materiales que no tuvimos, sin ofrecerles la contrapartida del sacrificio y el respeto correspondientes. Por ello, tratamos de culpar más o menos injustamente a todo aquello que nos limite: al señor Rajoy, a la señora Merkel, a los bancos, a las cajas, a las grandes empresas y fortunas, a los que “vivían por encima de sus posibilidades”, y a cualquiera que se oponga a nuestros legítimos deseos menos al verdadero culpable: el pueblo llano.

Por tanto, tras realizar un acto de constricción y reflexión, como ciudadano del pueblo llano español, os pido disculpas a todos por no haber orientado al gobierno cuando era menester.

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